Esta iniciativa, que cuenta con el apoyo público del presidente estadounidense Donald Trump, busca crear las condiciones para una solución diplomática duradera al conflicto. La declaración conjunta, respaldada por países clave como Francia, Alemania, Italia y Hungría, fue emitida tras una reunión en Bruselas y enfatiza la necesidad de “preservar vidas civiles y crear condiciones para una solución diplomática duradera”. La propuesta es vista por sus defensores como un paso pragmático para detener el derramamiento de sangre y abrir una vía de diálogo.

Sin embargo, la iniciativa ha generado una notable controversia. Mientras algunos gobiernos la consideran una medida necesaria para avanzar hacia la paz, otros expresan su temor de que pueda legitimar los avances territoriales obtenidos por Rusia mediante la agresión militar. El gobierno ucraniano, por su parte, ha manifestado su cautela, insistiendo en que no aceptará ningún acuerdo que implique una pérdida de soberanía o el reconocimiento de la ocupación de sus territorios. A pesar de las divisiones, la propuesta refleja un cambio en la dinámica diplomática, con un enfoque creciente en la búsqueda de mecanismos para detener los combates, incluso si las condiciones para una paz integral aún no están dadas.