Según los informes, el mandatario estadounidense discutió esta posibilidad directamente con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, durante conversaciones telefónicas.

El propio Trump reconoció que la medida supondría una escalada, preguntando retóricamente a los periodistas: “¿Quieren tener misiles Tomahawk dirigiéndose hacia ellos?

No lo creo”.

La propuesta surge en un momento en que Zelenski ha solicitado insistentemente este tipo de armamento para fortalecer la capacidad ofensiva de su país y en un contexto de reducción de la ayuda militar europea, lo que añade mayor peso a la posible intervención estadounidense. La medida, aunque no decidida, busca forzar a Rusia a reconsiderar su estrategia de desgaste, planteando un dilema entre continuar la ofensiva o enfrentar una nueva y peligrosa fase del conflicto.