Por su parte, el Kremlin niega estas acusaciones y culpa a Ucrania de realizar ataques que han impedido restablecer el servicio eléctrico. Esta guerra de acusaciones mutuas ocurre mientras la central, ocupada por fuerzas rusas pero operada por personal ucraniano, se encuentra en una zona de conflicto activo. La dependencia de generadores diésel es una medida de contingencia a corto plazo, y una falla en estos sistemas podría conducir a un sobrecalentamiento de los reactores y a una posible catástrofe nuclear con consecuencias devastadoras para Ucrania y el resto de Europa.