Según las autoridades rusas, su función se limitará a realizar tareas auxiliares dentro del territorio de la Federación Rusa, liberando así a soldados más experimentados para el combate.

Sin embargo, esta afirmación es recibida con escepticismo tanto dentro como fuera de Rusia.

Durante el conflicto, se han reportado numerosos casos de conscriptos que, a pesar de las promesas iniciales, terminaron siendo desplegados en el campo de batalla con escasa preparación, lo que ha generado descontento y protestas entre sus familiares. Esta campaña de reclutamiento masivo indica la necesidad de Moscú de reponer sus filas y mantener la presión militar sobre Ucrania. Analistas militares sugieren que, aunque los nuevos soldados no sean enviados directamente a las zonas de combate más activas, su incorporación permite una rotación de tropas y el fortalecimiento de las defensas en la retaguardia, lo que indirectamente apoya el esfuerzo de guerra. La medida también refleja los desafíos demográficos y logísticos que enfrenta Rusia para sostener una guerra de alta intensidad a largo plazo, recurriendo a la conscripción obligatoria para mantener el tamaño de su ejército.