Rusia ha intensificado su campaña de ataques aéreos contra Ucrania, lanzando una de las ofensivas más masivas desde el inicio de la guerra. Durante una noche, casi 500 drones y más de 40 misiles golpearon varias regiones del país, causando la muerte de civiles y daños significativos en infraestructuras. En la capital, Kiev, los ataques dejaron al menos cuatro muertos, entre ellos una niña de 12 años, y decenas de heridos. El presidente Volodímir Zelenski condenó la ofensiva como una “guerra contra civiles”, acusando a Moscú de dirigir deliberadamente sus armas contra la población. Otro ataque nocturno con drones en la región de Sumy, en el noreste de Ucrania, resultó en la muerte de una familia completa: una pareja y sus dos hijos pequeños.
Estos incidentes subrayan la brutalidad del conflicto y el alto costo humano que sigue cobrando.
La escala de la ofensiva ha generado reacciones en los países vecinos. Polonia, miembro de la OTAN, movilizó su aviación y cerró temporalmente parte de su espacio aéreo como medida de precaución, advirtiendo que derribará cualquier aeronave rusa que ingrese a su territorio sin autorización. Por su parte, la OTAN ha reforzado su vigilancia en la región del Báltico. Mientras tanto, Moscú afirmó haber destruido 81 drones ucranianos en la región de Volgogrado, en un contexto de guerra de drones cada vez más intensa por ambas partes. Estos ataques masivos demuestran la capacidad de Rusia para sostener una campaña de largo aliento contra la infraestructura y la moral de Ucrania, mientras Kiev y sus aliados buscan formas de fortalecer las defensas antiaéreas del país.
En resumenUcrania ha sufrido una oleada de ataques aéreos masivos por parte de Rusia, con cientos de drones y misiles dirigidos a ciudades como Kiev y Sumy, resultando en la muerte de civiles, incluyendo niños. La ofensiva ha provocado la reacción de países vecinos como Polonia y un refuerzo de la vigilancia de la OTAN.