Kiev atribuye la interrupción del suministro eléctrico a los constantes bombardeos rusos sobre la infraestructura energética en los territorios ocupados.

Por su parte, el Kremlin niega estas acusaciones y culpa a Ucrania de ataques que, según Moscú, han impedido el restablecimiento del servicio. Este cruce de acusaciones dificulta los esfuerzos del OIEA para gestionar garantías de seguridad en la zona. La dependencia de generadores diésel es una medida de último recurso y altamente vulnerable, ya que el combustible es limitado y su reabastecimiento es complejo en una zona de conflicto activo. En una escalada retórica, Zelenski amenazó con represalias, afirmando que si Rusia provoca cortes de energía en Ucrania, incluyendo Kiev, la capital rusa también “quedará a oscuras”. Esta declaración refleja la creciente tensión y la estrategia de utilizar la infraestructura energética como un arma de guerra, con la planta de Zaporizhia como el punto más peligroso de esta confrontación.