En la cumbre de la Comunidad Política Europea en Copenhague, los líderes del bloque reafirmaron su respaldo a Ucrania, explorando nuevas vías de apoyo financiero y político en medio de la guerra. Una de las propuestas más destacadas es la creación de un préstamo de 140.000 millones de euros destinado a Kiev, que se financiaría utilizando los activos rusos congelados en Europa. La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, defendió la iniciativa afirmando que “es justo que Rusia pague por su violación y destrucción”, y calificó la ayuda no como un acto de solidaridad aislado, sino como “una inversión en la seguridad europea”. Este mecanismo financiero busca proporcionar un flujo de recursos sostenible para Ucrania, tanto para sus necesidades militares como para la futura reconstrucción.
Sin embargo, el respaldo europeo a Ucrania enfrenta obstáculos internos significativos, principalmente por parte de Hungría. El mandatario húngaro, considerado el principal aliado de Vladimir Putin dentro de la UE, expresó su rechazo a cualquier medida de financiación adicional para Kiev, manteniendo su postura de veto que bloquea decisiones clave. Esta división también afecta el proceso de adhesión de Ucrania a la Unión Europea. A pesar de que Kiev asegura haber completado los requisitos jurídicos necesarios, el veto húngaro impide el avance. Para superar este estancamiento, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, propuso modificar las reglas de votación, pasando de la unanimidad a una mayoría cualificada para la apertura de negociaciones, una medida que podría acelerar la integración de Ucrania y reducir la capacidad de un solo país para bloquear la voluntad colectiva del bloque.
En resumenLa Unión Europea busca consolidar su apoyo a Ucrania mediante un préstamo de 140.000 millones de euros financiado con activos rusos congelados y avanza en el debate sobre su adhesión, aunque enfrenta la persistente oposición de Hungría, lo que ha llevado a proponer cambios en los mecanismos de votación del bloque.