Polonia ha sido uno de los países más activos en su respuesta. Tras la caída de drones rusos en su territorio y la violación de su espacio aéreo, el gobierno polaco decidió cerrar temporalmente parte de su espacio aéreo, movilizar su aviación y advertir que derribará cualquier aeronave rusa que ingrese sin autorización. Estas acciones pusieron a prueba las defensas de la Alianza Atlántica y llevaron a Varsovia a plantear consultas bajo el Artículo 4 del tratado de la OTAN. Por su parte, la OTAN ha reforzado su vigilancia en la región del Báltico y está llevando a cabo ensayos con drones aéreos y marítimos para proteger infraestructuras críticas, como los oleoductos submarinos. En Lituania, la ministra de Defensa solicitó a su homóloga española, Margarita Robles, que los cazas españoles desplegados en la misión de policía aérea del Báltico tengan autorización para derribar drones de Moscú. Este pedido se produjo después de que el avión de la propia ministra Robles sufriera un intento de interferencia en su señal de GPS mientras volaba cerca del enclave ruso de Kaliningrado. Los líderes europeos reconocen que Rusia está probando los límites de la OTAN. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, advirtió sobre la "trampa de escalada" de Putin, mientras que la primera ministra danesa calificó los incidentes con drones en su país como "ataques híbridos sistemáticos".
