Ucrania fue objeto de uno de los ataques aéreos más masivos desde el inicio de la guerra, cuando Rusia lanzó cerca de 500 drones y más de 40 misiles contra varias regiones del país. La ofensiva, que se prolongó durante más de 12 horas, causó al menos cuatro muertos en Kiev, entre ellos una niña de 12 años, y dejó decenas de heridos, además de provocar daños significativos en infraestructuras civiles. El presidente Volodímir Zelenski denunció el ataque como una muestra de la "guerra contra civiles" que dirige Moscú. Los sistemas de defensa aérea ucranianos trabajaron intensamente para interceptar la oleada de proyectiles, pero la escala del ataque superó las capacidades en algunas áreas. La capital, Kiev, fue uno de los principales objetivos, pero otras regiones también sufrieron el impacto de la ofensiva. Este ataque se produce en un contexto de intensificación de las hostilidades, con el conflicto concentrado en el este del país. Simultáneamente, Rusia ha lanzado una nueva campaña de reclutamiento militar, la mayor desde 2016, con el objetivo de incorporar a 135,000 nuevos conscriptos.
Aunque el Kremlin asegura que no serán enviados a Ucrania, existe escepticismo sobre esta afirmación.
En un ataque separado en la región de Sumy, una pareja y sus dos hijos pequeños murieron a causa de un dron ruso. Por su parte, Moscú afirmó haber destruido 81 drones ucranianos en la región de Volgogrado. La magnitud de la ofensiva rusa provocó reacciones inmediatas de los países vecinos. Polonia, por ejemplo, movilizó su aviación y cerró parte de su espacio aéreo como medida de precaución ante la proximidad de los ataques a su frontera, mientras la OTAN reforzó su vigilancia en la región del Báltico.
En resumenEl masivo ataque aéreo ruso evidencia una estrategia de desgaste contra la población e infraestructura civil de Ucrania. A pesar de la defensa ucraniana, la escala de la ofensiva subraya la continua amenaza que representa Moscú y la necesidad urgente de fortalecer las capacidades de defensa aérea de Kiev.