Estos eventos han expuesto la vulnerabilidad del país y han elevado la tensión en el norte de Europa. Durante varios días consecutivos, se reportó la presencia de drones sobre los aeropuertos de Copenhague, Aalborg, Billund, Esbjerg y Sønderborg, así como sobre bases militares clave como la de Skrydstrup, donde operan cazas F-16 y F-35. Los incidentes obligaron a la suspensión de operaciones aéreas, causando caos y desvíos de vuelos.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, describió la situación como “el ataque más grave contra infraestructuras críticas danesas hasta la fecha”.
Por su parte, el ministro de Defensa, Troels Lund Poulsen, afirmó que la simultaneidad de los hechos “no parece una coincidencia.
Parece sistemático.
Esto es lo que yo definiría como un ataque híbrido”.
Aunque las autoridades no han identificado formalmente a los responsables, han señalado que los sobrevuelos fueron ejecutados por un “actor profesional” y han vinculado los sucesos al contexto de tensión con Rusia.
El Kremlin ha negado cualquier implicación a través de su embajada en Copenhague. La situación ha provocado un debate sobre la capacidad de Dinamarca para detectar y neutralizar este tipo de amenazas, y ha impulsado discusiones a nivel europeo sobre la necesidad de una defensa coordinada contra drones.