La OTAN ha reconocido que estas acciones ponen a la Alianza Atlántica bajo presión y está explorando innovaciones tecnológicas para contrarrestar estas amenazas.

Las interferencias de GPS, junto con las incursiones de drones, son consideradas por los analistas de seguridad europeos como tácticas de guerra híbrida empleadas por Moscú para probar las vulnerabilidades de la OTAN, generar incertidumbre y demostrar su capacidad de perturbar infraestructuras críticas sin recurrir a un ataque militar convencional.