Tras el incidente, Estonia invocó el artículo 4 del Tratado de Washington, que permite a cualquier miembro solicitar consultas cuando considere que su integridad territorial, independencia política o seguridad están amenazadas. Esto condujo a una reunión de emergencia del Consejo del Atlántico Norte, el máximo órgano de toma de decisiones de la OTAN, y a la discusión del asunto en el Consejo de Seguridad de la ONU. La Alianza Atlántica emitió un contundente comunicado en el que advirtió a Rusia que actuará de manera firme y que su compromiso con el artículo 5 de defensa colectiva es “inquebrantable”.

Finlandia también condenó la acción rusa, calificándola de “imprudente”.

Por su parte, el Kremlin negó cualquier irregularidad, afirmando que sus aviones realizaron un vuelo programado sin salirse de la ruta estipulada. Este evento es visto como parte de un patrón de comportamiento agresivo de Moscú en el flanco oriental de la OTAN.