La proximidad de los ejercicios a los países de la OTAN ha sido percibida como una forma de presión sobre la Alianza Atlántica y una demostración de la capacidad rusa para movilizar fuerzas rápidamente. La reacción internacional ha sido de alerta máxima; Polonia, por ejemplo, llegó a cerrar su frontera con Bielorrusia y desplegó 40.000 soldados. Un elemento que ha generado especulaciones fue la invitación de observadores militares estadounidenses por parte de Bielorrusia, un movimiento interpretado como un posible intento de Minsk de mostrar transparencia o de jugar un doble juego diplomático. No obstante, el consenso entre los analistas es que Zapad 2025 busca intimidar y poner a prueba la cohesión y preparación de la OTAN en un momento de máxima tensión geopolítica.
