Durante la última semana, se reportaron múltiples violaciones del espacio aéreo.

Polonia denunció la incursión de 19 drones rusos y aseguró haber interceptado uno sobre edificios gubernamentales en Varsovia.

Por su parte, Rumania convocó al embajador ruso para protestar por el sobrevuelo "inaceptable" de un dron en su territorio.

Estos eventos han llevado a la OTAN a lanzar la "Operación Centinela Oriental" para reforzar las defensas aéreas en el flanco este.

La respuesta de Moscú ha sido desafiante. Dmitri Medvédev, una figura prominente del Kremlin, advirtió que el derribo de drones rusos por parte de países de la OTAN implicaría el estallido de una guerra. Esta amenaza directa busca disuadir a la Alianza de tomar medidas más contundentes y representa una escalada verbal significativa. Los incidentes han reabierto el debate sobre la estrategia defensiva de la OTAN y su capacidad de respuesta ante provocaciones que no llegan a ser un ataque militar a gran escala pero que ponen a prueba la seguridad de sus miembros. La situación subraya cómo las acciones de Rusia, incluso si son negadas o minimizadas por Moscú, aumentan peligrosamente el riesgo de un error de cálculo o un enfrentamiento directo entre Rusia y la Alianza Atlántica.