Este acto, calificado como una "provocación directa", ha generado una enérgica respuesta diplomática y militar por parte de los aliados.
El 19 de septiembre, tres cazas rusos MiG-31 ingresaron sin autorización al espacio aéreo estonio sobre la isla de Vaindloo, en el Golfo de Finlandia, y permanecieron allí durante casi 12 minutos. El gobierno de Estonia describió la incursión como "atrevida", "grave", "inaceptable" y "sin precedentes", señalando que se trataba de la cuarta violación de este tipo en lo que va del año. La OTAN reaccionó de inmediato, desplegando aviones de combate de su misión de Policía Aérea del Báltico para interceptar y escoltar a las aeronaves rusas fuera del territorio aliado. La gravedad del incidente llevó a Estonia a solicitar una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, una medida que Tallin no había tomado en sus 34 años de membresía en la organización. Finlandia también condenó enérgicamente la acción, calificándola de "imprudente".
Por su parte, el Kremlin ha negado cualquier irregularidad, afirmando que sus aviones realizaron un "vuelo programado" sin salirse de la ruta estipulada. Estos incidentes se producen en un contexto de alta tensión por la guerra en Ucrania y son percibidos por los países bálticos como un intento de Rusia de probar la capacidad de respuesta y la cohesión de la OTAN.