El presidente Volodímir Zelenski denunció un ataque nocturno "masivo" en el que Rusia empleó aproximadamente 580 drones y 40 misiles.
Las embestidas, que afectaron a varias ciudades, dejaron un saldo de al menos tres muertos y decenas de heridos en un solo día, mientras que otros ataques posteriores, particularmente en la ciudad de Zaporizhia, causaron al menos dos muertos y 18 heridos adicionales. La escala de los bombardeos subraya la estrategia rusa de aterrorizar a la población civil y desgastar la infraestructura ucraniana. Ante la intensidad de los ataques, Zelenski ha instado a la creación de un sistema de defensa europeo unificado para contrarrestar la amenaza. En paralelo a los ataques aéreos, Ucrania ha respondido con sus propias incursiones; un dron ucraniano golpeó la región rusa de Samara, causando cuatro muertes según autoridades locales. La continuación de los ataques indiscriminados sobre centros urbanos evidencia la brutalidad del conflicto y la difícil situación que enfrentan los civiles, muchos de los cuales se ven obligados a huir de sus hogares, como en la ciudad de Kostantínovka, sometida a bombardeos diarios.