Tras la violación del espacio aéreo polaco por un enjambre de drones, el Kremlin ha negado que la acción fuera intencional y se ha abstenido de ofrecer comentarios detallados, remitiendo las preguntas al Ministerio de Defensa. Esta postura es consistente con la retórica habitual de Moscú en incidentes similares. La respuesta oficial de Moscú llegó a través de su portavoz, Dmitri Peskov, quien declaró a la prensa: “Preferimos no comentar, no está dentro de nuestra competencia, es prerrogativa del ministerio de Defensa”. Esta evasiva se complementó con la negación de cualquier intencionalidad en el incidente, sugiriendo que los drones se desviaron de su curso mientras regresaban de operaciones relacionadas con Ucrania.
Sin embargo, esta explicación ha sido recibida con escepticismo en las capitales occidentales.
Tanto Polonia como sus aliados en la OTAN y la Unión Europea han calificado el suceso como una “provocación deliberada” y una “prueba” a las defensas de la alianza. La magnitud de la incursión, con al menos 19 drones penetrando profundamente en el espacio aéreo polaco, hace que la versión de un error accidental sea difícil de aceptar para los líderes europeos. La negativa del Kremlin a asumir responsabilidad o a ofrecer una explicación transparente contribuye a la escalada de tensiones y refuerza la percepción en Occidente de que Rusia actúa de manera agresiva e impredecible, utilizando la negación plausible como una herramienta diplomática para generar incertidumbre y poner a prueba la resolución de sus adversarios.
En resumenMoscú ha negado que la incursión de drones en Polonia fuera deliberada, alegando que se desviaron de su ruta, y ha evitado dar más explicaciones. Esta respuesta es vista por Polonia y sus aliados de la OTAN como una negación poco creíble de lo que consideran una provocación directa y una prueba a su seguridad colectiva.