Estas acciones buscan aumentar la presión sobre el Kremlin para que cese su agresión en Ucrania. Como parte de su respuesta coordinada a la invasión, la UE ha mantenido una política de presión económica constante sobre Moscú. La reciente prolongación de las sanciones reafirma el compromiso del bloque con esta estrategia. Paralelamente, una delegación europea liderada por el enviado especial David O'Sullivan se encuentra en Estados Unidos para discutir el que sería el primer paquete de sanciones transatlánticas de la era Trump. Estas negociaciones se producen en un contexto de escalada militar por parte de Rusia, incluyendo el mayor ataque aéreo sobre Ucrania hasta la fecha, lo que ha llevado al presidente estadounidense a declararse dispuesto a imponer más sanciones. Dentro de la UE, países como Alemania y Francia están presionando para que se incluyan nuevas entidades en la lista de sancionados, como la petrolera privada rusa Lukoil, buscando así afectar sectores clave de la economía rusa que financian la guerra.
Kiev, por su parte, continúa instando a sus aliados occidentales a imponer restricciones más severas, especialmente sobre el sector petrolero.
A pesar de la creciente presión, el Kremlin ha reiterado que las sanciones no alterarán el curso de sus operaciones militares en Ucrania.