La acción fue calificada por Varsovia como una “provocación a gran escala”.

El incidente, que se prolongó por más de seis horas, provocó una respuesta militar inmediata.

Cazas polacos y de países aliados como Países Bajos, Alemania e Italia fueron desplegados para interceptar y derribar varias de las aeronaves no tripuladas.

Los restos de los drones cayeron en territorio polaco, causando daños materiales, incluyendo el impacto en una vivienda en la aldea de Wyryki. En respuesta a la agresión, el primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó el hecho como “una provocación sin precedentes que pone a prueba la seguridad de Europa Oriental” y anunció la solicitud de una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. La activación del Artículo 4 de la OTAN no implica una respuesta militar colectiva, sino que abre un proceso formal de consultas entre los países miembros para evaluar la amenaza y coordinar una respuesta, que podría ser diplomática o militar. La Unión Europea, a través de la jefa de la diplomacia, Kaja Kallas, describió la incursión como “la violación más grave del espacio aéreo europeo desde el inicio de la guerra”, y señaló que hay indicios de que fue intencional. Por su parte, el Kremlin negó que la incursión fuera deliberada, argumentando que los drones intentaban regresar de operaciones en Ucrania. Sin embargo, para los aliados occidentales, el suceso es visto como una prueba deliberada de Vladímir Putin a las defensas y la cohesión de la OTAN.