Esta amenaza busca disuadir la implementación de las garantías de seguridad prometidas a Kiev. La declaración de Putin se produjo inmediatamente después de la cumbre en París, donde la "Coalición de Voluntarios" acordó apoyar militarmente a Ucrania en un escenario de posguerra.

El mandatario ruso fue explícito al afirmar que las tropas extranjeras, sin importar su misión, “si aparecen allí, serán objetivos legítimos” que pueden ser destruidos.

Esta advertencia directa eleva significativamente la tensión y el riesgo de una confrontación directa entre Rusia y las naciones occidentales. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, había confirmado previamente que los aliados estaban discutiendo el posible despliegue de “miles de tropas extranjeras” como parte de las garantías de seguridad.

La respuesta del Kremlin busca trazar una línea roja clara, indicando que no tolerará una presencia militar occidental permanente en lo que considera su esfera de influencia. La amenaza de Putin transforma el debate sobre la seguridad de Ucrania en un cálculo de riesgo mucho mayor para los países de la OTAN y otros aliados, que ahora deben sopesar la posibilidad de un conflicto abierto con una potencia nuclear.