En su reciente ola de ataques masivos contra Kiev, el ejército ruso ha empleado misiles hipersónicos Kinzhal, un arma de alta tecnología que representa un desafío significativo para las defensas aéreas ucranianas. El uso de estos misiles subraya la capacidad militar de Moscú y su disposición a utilizar su armamento más avanzado en el conflicto. El ejército ucraniano informó que, durante los bombardeos nocturnos del 28 de agosto, Rusia lanzó 31 misiles, incluyendo dos del tipo Kinzhal. Estos misiles son conocidos por su extrema velocidad, que puede ser hasta 10 veces superior a la del sonido, y su capacidad para maniobrar en vuelo, lo que los hace muy difíciles de interceptar.
Además, pueden portar tanto ojivas convencionales como nucleares.
El Ministerio de Defensa ruso confirmó el uso de este armamento, afirmando que los ataques estaban dirigidos a infraestructuras militares. Sin embargo, las autoridades ucranianas y los informes de prensa documentaron extensos daños a edificios residenciales, un centro comercial y otras estructuras civiles, con un saldo de al menos 23 muertos. El presidente ruso, Vladímir Putin, presentó el misil Kinzhal hace unos años como un arma de “próxima generación”, diseñada para superar cualquier sistema de defensa antimisiles existente o futuro. Su despliegue en el conflicto de Ucrania no solo tiene un objetivo táctico en el campo de batalla, sino que también sirve como una demostración de fuerza y una señal para los países occidentales que apoyan a Kiev. La capacidad de Rusia para lanzar este tipo de armamento avanzado complica los esfuerzos de Ucrania por proteger sus ciudades y su infraestructura crítica.
En resumenEl uso de misiles hipersónicos Kinzhal por parte de Rusia en los ataques contra Kiev evidencia la escalada tecnológica del conflicto. Esta arma, difícil de interceptar, representa una grave amenaza para la seguridad de Ucrania y sirve como una contundente demostración del poderío militar ruso en medio de las estancadas negociaciones de paz.