Además, pueden portar tanto ojivas convencionales como nucleares.

El Ministerio de Defensa ruso confirmó el uso de este armamento, afirmando que los ataques estaban dirigidos a infraestructuras militares. Sin embargo, las autoridades ucranianas y los informes de prensa documentaron extensos daños a edificios residenciales, un centro comercial y otras estructuras civiles, con un saldo de al menos 23 muertos. El presidente ruso, Vladímir Putin, presentó el misil Kinzhal hace unos años como un arma de “próxima generación”, diseñada para superar cualquier sistema de defensa antimisiles existente o futuro. Su despliegue en el conflicto de Ucrania no solo tiene un objetivo táctico en el campo de batalla, sino que también sirve como una demostración de fuerza y una señal para los países occidentales que apoyan a Kiev. La capacidad de Rusia para lanzar este tipo de armamento avanzado complica los esfuerzos de Ucrania por proteger sus ciudades y su infraestructura crítica.