El incidente ocurrió cuando el vuelo chárter se aproximaba al aeropuerto de Plovdiv.

La Comisión Europea confirmó la interferencia, aunque precisó que “el avión aterrizó sin incidentes” y no fue necesario desviar su ruta. Una portavoz comunitaria, Arianna Podesta, señaló que “este incidente subraya la urgencia del actual viaje de la presidenta” a los Estados miembros fronterizos con Rusia y Bielorrusia. Además, añadió que “las amenazas y la intimidación son un componente habitual de las acciones hostiles de Rusia”, lo que refuerza el compromiso de la UE de aumentar sus capacidades de defensa y su apoyo a Ucrania. Otra portavoz, Anna-Kaisa Itkonen, reconoció que las actividades de interferencia y suplantación de GPS se han vuelto “casi cotidianas”, especialmente en el flanco oriental de Europa, la región con más casos a nivel mundial.

Este problema ya había sido advertido en junio por 13 Estados miembros en una carta a la Comisión. Bruselas está trabajando en un plan específico para la aviación en cooperación con la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) y Eurocontrol, y ha sancionado a empresas implicadas en la interrupción de señales GPS. El suceso es visto como un ejemplo de la guerra híbrida que Rusia lleva a cabo contra Occidente.