Esta estrategia parece destinada a debilitar la capacidad del país para afrontar el próximo invierno y a ejercer presión sobre la población civil.

Según el Ministerio de Energía de Ucrania, los ataques, realizados con cerca de un centenar de drones, se concentraron en las regiones de Poltava, Sumi, Chernígov, Járkov, Donetsk y Zaporiyia. Las autoridades calificaron la ofensiva como un “ataque terrorista de gran magnitud”, denunciando que los drones apuntaron intencionadamente a infraestructuras energéticas y de transporte de gas. En la región de Poltava se registraron “daños significativos” en instalaciones gasísticas, mientras que en Chernígov el impacto de un dron en una subestación eléctrica dejó sin luz a gran parte de la ciudad. El presidente Volodímir Zelenski confirmó que los cortes de energía afectaron a unas 100.000 viviendas y aseguró que los servicios de emergencia trabajaban para restablecer el suministro. El Ministerio de Energía ucraniano interpreta estos bombardeos como “una extensión de la política deliberada del país ruso de aniquilar la infraestructura civil de Ucrania antes de que comience el invierno”, calificándolos como “otro acto de terror energético dirigido a la población civil”. Estos eventos subrayan la vulnerabilidad de la red eléctrica ucraniana y la intención de Moscú de utilizar la energía como un arma de guerra.