Desde Kiev, la interpretación de estos ataques es inequívoca. El Ministerio de Energía afirmó que son "una extensión de la política deliberada del país ruso de aniquilar la infraestructura civil de Ucrania antes de que comience el invierno", calificándolo como "otro acto de terror energético dirigido a la población civil". Esta estrategia busca no solo causar un daño militar, sino también minar la moral y la resiliencia de la población ucraniana al afectar servicios básicos en la antesala de la estación más fría del año.