El esfuerzo es coordinado y masivo.

Lituania ha comenzado la construcción de un cinturón defensivo de 48 km que incluye zanjas, minas y muros de concreto. Polonia, Estonia y Letonia se han sumado, planeando más de 1.500 km de obstáculos militares como "dientes de dragón", campos minados y refugios antiaéreos. Finlandia, que comparte una extensa frontera de 1.340 km con Rusia, está reemplazando sus antiguas vallas de madera por robustas estructuras de acero, equipadas con sensores térmicos y puestos de vigilancia, con el objetivo de fortificar el 15% de su frontera para 2026. Además de las barreras físicas, estos países están aumentando significativamente sus presupuestos de defensa; Lituania, por ejemplo, destina el 5,5% de su PIB a este rubro y ha adquirido tanques Leopard 2A8.

Una táctica innovadora que se está considerando en Finlandia y Polonia es la restauración de humedales y turberas secas para crear barreras naturales infranqueables para vehículos blindados. Esta red de fortificaciones, descrita como "física, estratégica y visible desde el aire", refleja una profunda desconfianza en las intenciones de Moscú a largo plazo y un cambio radical en la postura de seguridad de la región.