Atraídos por ofertas salariales que difícilmente podrían obtener en Colombia, veteranos de la fuerza pública, a menudo ya pensionados, deciden emprender el viaje a Europa para luchar contra el ejército ruso. Casos como el de Alexis Cerón Cantillo, originario del Huila, y Alejandro Guerrero, un actor que se quedó sin trabajo, ilustran el perfil de quienes toman esta arriesgada decisión. Guerrero relató su experiencia como mercenario, una travesía que emprendió por necesidad económica y de la que regresó con vida, a diferencia de muchos de sus compatriotas. La Cancillería colombiana maneja cifras preocupantes: un reporte indica que hay 122 colombianos desaparecidos en combate y se está a la espera de repatriar los cuerpos de 64 soldados fallecidos. La situación evidencia un drama humano complejo, donde la precariedad económica en el país de origen empuja a individuos con experiencia militar a buscar un sustento en una de las zonas de conflicto más peligrosas del mundo. A pesar de los riesgos evidentes, la falta de alternativas laborales sigue alimentando este flujo de combatientes voluntarios hacia el frente ucraniano.