Ucrania celebró el 34º aniversario de su independencia el 24 de agosto, una jornada marcada por la solemnidad, el respaldo internacional y la intensificación de las hostilidades. La conmemoración se convirtió en un símbolo de la resistencia del país, que reafirmó su soberanía mientras el conflicto con Rusia continúa sin tregua. La jornada encapsuló la dualidad de la situación ucraniana: celebrar la identidad nacional mientras se lucha por la supervivencia. El presidente Zelenski pronunció un discurso emotivo destacando la unidad del pueblo y su anhelo de una "paz justa, segura y duradera". El país recibió un importante respaldo internacional, con la visita a Kiev del primer ministro de Canadá, Mark Carney, y del enviado especial de Estados Unidos, Keith Kellogg.
Además, el papa León XIV expresó su cercanía espiritual y oró por la paz. Sin embargo, el día también estuvo definido por la guerra.
Por un lado, se produjo un significativo gesto humanitario con un intercambio de prisioneros en el que cada bando liberó a 146 militares. Por otro lado, la confrontación militar se intensificó. Ucrania lanzó una serie de ataques con drones en territorio ruso, a lo que el presidente Zelenski se refirió diciendo: "Así es como Ucrania ataca cuando se ignoran sus llamados a la paz". Simultáneamente, Rusia acusó a Ucrania de haber atacado la planta nuclear de Kursk. Esta combinación de conmemoración, diplomacia, gestos humanitarios y acciones militares refleja la compleja realidad de una nación en guerra.
En resumenEn su 34º Día de la Independencia, Ucrania recibió apoyo internacional y realizó un importante intercambio de prisioneros con Rusia. La conmemoración se vio ensombrecida por el conflicto en curso, incluidos los ataques de drones ucranianos en territorio ruso, lo que simboliza la doble lucha de la nación por la celebración y la supervivencia.