Un informe indicaba que, según Lavrov, Putin estaría dispuesto a reunirse con Zelenski "con el entendimiento de que todos los asuntos que requieren consideración al más alto nivel se desarrollarán a fondo".

Esta declaración sugería una apertura condicionada a una preparación exhaustiva de la agenda.

Sin embargo, en entrevistas posteriores, el mismo Lavrov adoptó un tono mucho más tajante, afirmando el 22 de agosto que "no hay ninguna reunión prevista" y que la agenda "no está lista en absoluto".

El canciller ruso acusó a las potencias occidentales de "buscar un pretexto para impedir las negociaciones" y a Zelenski de "empecinarse, poner condiciones y reclamar sea como sea un encuentro inmediato". Esta dualidad en el discurso ruso podría interpretarse como una táctica dilatoria para ganar tiempo en el campo de batalla mientras se mantiene una apariencia de apertura diplomática, o podría reflejar divisiones internas. En cualquier caso, estas contradicciones obstaculizan los esfuerzos de la administración Trump y siembran serias dudas sobre la posibilidad de un avance significativo hacia la paz en el futuro cercano.