Mientras el presidente estadounidense Donald Trump afirma que potencias como el Reino Unido, Alemania y Francia están dispuestas a hacerlo, la viabilidad y el consenso para tal medida siguen siendo inciertos. El debate se ha intensificado en el marco de las recientes gestiones diplomáticas para negociar un acuerdo de paz. El presidente Trump ha exhortado a sus aliados europeos a comprometerse con el envío de tropas para garantizar un eventual alto el fuego, al tiempo que ha rechazado rotundamente la participación de soldados estadounidenses en dicha misión. Esta postura traslada toda la responsabilidad y el riesgo a Europa.
La discusión se está llevando a cabo en los más altos niveles, con reuniones de los jefes de Defensa de los 32 países de la OTAN para abordar la situación. Sin embargo, la propuesta enfrenta un obstáculo mayúsculo: la rotunda negativa de Rusia a aceptar cualquier contingente europeo, al que considera una fuerza de la OTAN. Esta división interna en Europa, sumada a la previsible oposición de Moscú, pone de manifiesto la enorme complejidad de diseñar un marco de seguridad post-conflicto que sea a la vez creíble para Ucrania y aceptable para Rusia, dejando en el aire uno de los pilares fundamentales para una paz sostenible.