Rusia ha dejado claro que solo apoyará garantías de seguridad colectivas que tengan en cuenta sus propios intereses, lo que implica mantener a Ucrania en un estatus de neutralidad y no nuclear. Esta posición representa un obstáculo fundamental en las discusiones que mantienen los aliados occidentales sobre cómo asegurar la soberanía de Ucrania en un eventual escenario de posguerra. La negativa rusa a aceptar una fuerza de interposición europea complica la búsqueda de una solución negociada, ya que veta de antemano uno de los mecanismos clave que podrían sustentar un acuerdo de paz duradero.