La administración del presidente estadounidense Donald Trump ha estado trabajando activamente para facilitar un encuentro directo entre Vladímir Putin y Volodímir Zelenski, llegando a advertir sobre "consecuencias" si la reunión no se materializa.

Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, enfrió las expectativas al declarar que "no hay ninguna reunión prevista" y que la agenda para una cumbre "no está lista en absoluto". Lavrov además cuestionó la legitimidad de Zelenski y acusó a Kiev de bloquear el progreso al negarse a discutir temas como la no incorporación a la OTAN y las cuestiones territoriales. Por su parte, el presidente Zelenski ha manifestado su disposición a dialogar, pero ha condicionado cualquier encuentro a la definición previa de "garantías de seguridad" sólidas por parte de las potencias occidentales, un proceso que espera se concrete en un plazo de siete a diez días.

Zelenski ha propuesto sedes neutrales como Suiza o Austria para la cumbre, descartando Moscú o Budapest.

Esta parálisis diplomática se produce mientras la guerra se intensifica, con Rusia lanzando ataques masivos que, según Kiev, demuestran la falta de interés del Kremlin en una solución negociada y su intención de prolongar el conflicto.