Según las autoridades locales, varios edificios residenciales resultaron dañados, uno de los cuales colapsó atrapando a residentes bajo los escombros.

Además, una escuela de preescolar y un centro comercial fueron alcanzados.

El presidente Volodímir Zelenski confirmó la muerte de al menos ocho personas y denunció que Rusia "elige la opción balística en lugar de la mesa de negociaciones", instando a la comunidad internacional a imponer nuevas sanciones. La ofensiva provocó una enérgica condena internacional, especialmente de la Unión Europea, cuya sede diplomática sufrió daños significativos.

El presidente del Consejo Europeo, António Costa, se declaró "horrorizado" por lo que calificó como un "ataque deliberado" y aseguró que la UE "no se dejará intimidar". La embajadora de la UE en Ucrania, Katarina Mathernova, confirmó que el recinto quedó "gravemente dañado por la onda expansiva", aunque afortunadamente ningún miembro del personal resultó herido. Este bombardeo, ocurrido en un momento de estancamiento en las negociaciones de paz, es interpretado como una demostración de fuerza por parte de Moscú y un rechazo a la vía diplomática.