La región del Donbás, que comprende las provincias de Donetsk y Lugansk, se ha convertido en el objetivo más preciado para el Kremlin y el principal foco de las disputas territoriales entre Rusia y Ucrania. Su control es un elemento central en cualquier conversación de paz y un factor determinante para la seguridad estratégica de Kiev. El Donbás, una zona rica en recursos naturales y con una mayoría de población rusoparlante, ha sido un foco de conflicto desde la sublevación prorrusa de 2014. Tras la invasión a gran escala en 2022, Rusia declaró que la "liberación del Donbás" era el verdadero objetivo de su "operación especial". En septiembre de ese año, Moscú se anexionó oficialmente la región tras referendos no reconocidos por la comunidad internacional.
Actualmente, gran parte del Donbás sigue siendo un frente activo.
Aunque Rusia controla casi toda Lugansk y una parte considerable de Donetsk, Ucrania mantiene bastiones importantes como Sloviansk y Kramatorsk. Para Rusia, el control total de la región, especialmente de Donetsk, es una exigencia clave para una tregua. Analistas señalan que esta región funciona como un "cinturón de defensa" para Kiev; perderlo dejaría a Ucrania mucho más vulnerable a futuros ataques.
Todas las conversaciones de paz, según los artículos, conducen inevitablemente a la cuestión del Donbás, que se ha convertido en el punto más grueso de las negociaciones. El presidente Zelenski ha insistido en la integridad territorial de su país, mientras que Rusia busca que las fronteras se mantengan como están actualmente, lo que implicaría la cesión de los territorios ocupados.
En resumenEl futuro del Donbás es el nudo gordiano del conflicto. Su estatus territorial no solo definirá las fronteras de la Ucrania de posguerra, sino que también determinará el equilibrio de seguridad en la región, siendo un punto innegociable para ambas partes.