Estos ataques han afectado infraestructura crítica y han causado víctimas civiles en ambos lados de la frontera, demostrando que la situación en el terreno sigue siendo altamente volátil. En los últimos días, Rusia ha lanzado algunas de sus mayores ofensivas con drones y misiles en más de un mes. Un ataque masivo involucró el lanzamiento de casi 600 drones y 40 misiles balísticos y de crucero contra objetivos en toda Ucrania, incluso en regiones occidentales como Leópolis. Estos bombardeos dejaron un saldo de al menos nueve civiles muertos y decenas de heridos. Uno de los objetivos fue una planta de la empresa de electrónica de origen estadounidense Flex Ltd., en la región de Zakarpatia, donde resultaron heridas 19 personas. El presidente Zelenski denunció que Moscú actuó "como si nada hubiera cambiado" a pesar de los diálogos de paz.

Por su parte, Ucrania ha respondido con sus propias incursiones, utilizando drones para atacar objetivos estratégicos en territorio ruso.

Coincidiendo con su Día de la Independencia, las fuerzas ucranianas atacaron la planta de energía nuclear de Kursk, donde un dron derribado provocó un incendio sin causar víctimas ni registrar niveles anormales de radiación, según fuentes rusas. También se reportó un ataque a una terminal petrolera en el puerto de Ust-Luga, cerca de San Petersburgo. El ejército ucraniano ha dependido en gran medida de los drones para golpear la infraestructura petrolera rusa, una fuente clave de ingresos para Moscú.