Mientras la Casa Blanca impulsa una cumbre directa entre Putin y Zelenski, advirtiendo que "habrá consecuencias" si no se reúnen, desde Moscú llegan señales contradictorias.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha enfriado las expectativas, declarando que "no hay ninguna reunión prevista" y acusando a Zelenski de obstaculizar el proceso al "empecinarse, poner condiciones y reclamar sea como sea un encuentro inmediato". Lavrov insiste en que Putin está dispuesto a un encuentro solo si la agenda está completamente definida de antemano. Por su parte, Zelenski, arropado por líderes de la Unión Europea en su visita a Washington, ha manifestado su disposición a dialogar pero ha subrayado la necesidad de garantías de seguridad como condición previa. Expertos coinciden en que la única salida viable es la diplomática, pero el principal escollo sigue siendo el estatus de los territorios ucranianos ocupados por Rusia, un punto que Kiev considera innegociable y que Moscú ve como una condición esencial para cualquier acuerdo.