Mientras se desarrollaban las cumbres diplomáticas en Washington, Rusia lanzó su mayor ataque aéreo del mes, con cientos de drones y decenas de misiles dirigidos a diversas regiones de Ucrania, incluyendo objetivos civiles y de infraestructura lejos del frente. Uno de los ataques impactó una fábrica de productos electrónicos de propiedad estadounidense, dejando varios heridos y enviando un claro mensaje de que Moscú no cesará la presión militar para fortalecer su posición negociadora. Como respuesta, Ucrania aprovechó la conmemoración de su Día de la Independencia para lanzar sus propios ataques con drones en territorio ruso. Uno de los incidentes más notables fue el ataque a la planta de energía nuclear de Kursk, que, según informes rusos, provocó un incendio sin causar fugas de radiación. El presidente Zelenski justificó estas acciones como una réplica a la indiferencia de Rusia ante los llamados a la paz, afirmando: "Así es como Ucrania ataca cuando se ignoran sus llamados a la paz". Este intercambio de ataques subraya que, a pesar de las conversaciones de alto nivel, el conflicto sigue activo y volátil, con ambas partes utilizando la fuerza como un instrumento para influir en los términos de un posible acuerdo.
