La región del Donbás, compuesta por las provincias de Donetsk y Lugansk, continúa siendo el corazón de la disputa territorial entre Rusia y Ucrania y el principal foco de los combates. El control de esta zona es una de las exigencias centrales de Moscú para cualquier acuerdo de paz, una condición que Kiev rechaza firmemente. Desde la sublevación prorrusa de 2014, el Donbás ha sido un foco de tensión permanente. Rica en recursos naturales y con una mayoría de población rusoparlante, la región es considerada por el Kremlin como parte de la “Nueva Rusia”. Tras la invasión a gran escala de 2022, Rusia declaró la “liberación del Donbás” como su objetivo principal y se anexionó formalmente ambas provincias tras referendos no reconocidos por la comunidad internacional. Actualmente, la guerra en esta zona se encuentra en una fase de desgaste. Aunque Rusia ha logrado avances recientes, como la toma de dos aldeas en Donetsk, las ganancias territoriales han sido escasas en 2025.
Ucrania mantiene el control de bastiones importantes como Sloviansk y Kramatorsk. Los expertos señalan que el Donbás funciona como un “cinturón de defensa” clave para Kiev; perderlo por completo dejaría al resto del país mucho más vulnerable a futuros ataques.
En las negociaciones diplomáticas, este es el punto más conflictivo.
Rusia exige que Ucrania reconozca las fronteras actuales, lo que implicaría ceder los territorios ocupados. El presidente Zelenski, por su parte, ha insistido en la integridad territorial de Ucrania, aunque ha reconocido que cualquier renuncia a estos territorios requeriría reformas constitucionales “prácticamente imposibles”.
En resumenEl Donbás es el nudo gordiano del conflicto entre Rusia y Ucrania. Su estatus territorial es el principal punto de discordia en las negociaciones de paz, con Rusia exigiendo su control y Ucrania defendiendo su soberanía, lo que convierte a esta región en el campo de batalla decisivo tanto en el ámbito militar como en el diplomático.