Aunque las autoridades rusas aseguraron que no hubo víctimas ni niveles anormales de radiación, el suceso generó alarma internacional. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha advertido repetidamente sobre los peligros de combatir cerca de instalaciones nucleares.

Además del ataque en Kursk, Ucrania apuntó a la infraestructura petrolera rusa, una fuente clave de ingresos para Moscú. Diez drones fueron interceptados en el puerto de Ust-Luga, cerca de San Petersburgo, causando un incendio en una terminal petrolera del grupo Novatek. Estos ataques demuestran la estrategia ucraniana de utilizar drones para contrarrestar la superioridad militar rusa, afectando la logística y la economía de guerra del Kremlin.

Mientras tanto, Rusia ha experimentado un alza en los precios del combustible, lo que sugiere un impacto tangible de estas operaciones.