La delegación incluyó a figuras como Emmanuel Macron, Giorgia Meloni, Keir Starmer y Ursula von der Leyen, con el objetivo de presentar una postura unificada y evitar que Ucrania sea presionada a aceptar un mal acuerdo. La presencia europea refleja una profunda preocupación por los términos de un posible pacto de paz y un marcado escepticismo sobre las intenciones de Rusia. El presidente francés, Emmanuel Macron, expresó esta desconfianza de manera contundente, calificando a Vladímir Putin de "depredador" y "fuerza desestabilizadora" que rara vez cumple sus compromisos.

Advirtió que "Rusia no muestra signos de querer realmente la paz" y que representa una "amenaza real para Europa".

Esta visión contrasta con el optimismo de Trump sobre la posibilidad de un acuerdo rápido. Los líderes europeos insistieron en que cualquier solución debe respetar la soberanía de Ucrania y no puede implicar el reconocimiento de anexiones territoriales forzadas. Además, subrayaron la necesidad de garantías de seguridad efectivas y verificables para Kiev. La analista Brenda Estefan señaló que el mensaje de la delegación fue claro: "presentarse como un bloque unido en torno a Ucrania frente a Donald Trump".

Aunque celebraron el respaldo de Estados Unidos, los europeos buscan equilibrar la mediación estadounidense con una defensa firme del derecho internacional.