El incidente es considerado por Polonia como una “provocación rusa” y ha activado los protocolos de investigación militar y fiscal. El artefacto aéreo no tripulado explotó el miércoles 21 de agosto en un campo de maíz en la aldea de Osiny, en el este de Polonia. Según las primeras investigaciones, el dron sería una versión desarrollada por Rusia del modelo iraní Shahed, ampliamente utilizado en sus ataques contra Ucrania. El fiscal Grzegorz Trusiewicz, a cargo del caso, confirmó la naturaleza del dron y el inicio de una investigación exhaustiva para determinar las circunstancias del suceso. Aunque no se reportaron víctimas, el hecho de que un arma rusa haya violado el espacio aéreo de un país miembro de la Alianza Atlántica es de alta gravedad. Polonia ha calificado el evento como una provocación deliberada por parte de Rusia y ha anunciado que tomará medidas diplomáticas formales.
Este tipo de incidentes son extremadamente delicados, ya que cualquier agresión, intencionada o no, contra un miembro de la OTAN podría potencialmente invocar el Artículo 5 del tratado de defensa colectiva, aunque la respuesta suele ser calibrada en función de la escala y la intencionalidad del acto. El suceso pone de relieve los riesgos de una escalada del conflicto en Ucrania, que podría extenderse más allá de sus fronteras y afectar directamente la seguridad de los países vecinos.