Sin embargo, tras la fachada de cohesión, han surgido matices y posturas divergentes sobre cómo tratar con Rusia y su presidente, Vladímir Putin.
La delegación, que incluyó a los líderes de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Finlandia, la UE y la OTAN, tuvo como objetivo principal evitar que Zelenski fuera presionado por Donald Trump para aceptar un acuerdo desfavorable, especialmente en lo que respecta a concesiones territoriales. La analista Brenda Estefan señaló que el mensaje era claro: “presentarse como un bloque unido en torno a Ucrania”.
Los líderes europeos respaldaron la postura de Kiev de no aceptar anexiones forzadas y de exigir garantías de seguridad efectivas. No obstante, las declaraciones individuales posteriores revelaron diferentes grados de optimismo y confianza.
El presidente francés, Emmanuel Macron, adoptó el tono más duro, calificando a Putin de “depredador” y “ogro ante nuestras puertas”. En una entrevista, Macron advirtió: “Putin rara vez ha cumplido sus compromisos”, y se mostró escéptico sobre la voluntad de paz de Rusia. Por otro lado, líderes como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, hablaron de una “ventana de diálogo”, mientras que el canciller alemán, Friedrich Merz, insistió en que cualquier reunión futura debe estar precedida por un alto el fuego. Esta diversidad de enfoques refleja el dilema europeo: cómo mantener la firmeza frente a la agresión rusa sin cerrar por completo las vías diplomáticas que impulsa su principal aliado, Estados Unidos.