En varias intervenciones, descartó una cumbre presidencial inminente, afirmando que un encuentro de ese nivel solo será posible cuando exista una agenda sustantiva y preparada, algo que, según él, “no está lista en absoluto”. Lavrov también insistió en que cualquier acuerdo de paz a largo plazo debe considerar plenamente los derechos de la población rusoparlante en Ucrania. Además, Moscú ha rechazado categóricamente la idea de un despliegue de tropas europeas como parte de las garantías de seguridad para Kiev, calificándolo de “inaceptable”. El gobierno ruso ha manifestado su disposición a considerar “cualquier formato” de diálogo, ya sea bilateral o trilateral, pero advierte que no debe organizarse solo por un “beneficio propagandístico”.
A pesar de este escepticismo, Lavrov reconoció el “buen ambiente” de la reunión entre Putin y Trump en Alaska y la sinceridad del equipo estadounidense para lograr un resultado “sostenible y fiable”. Esta dualidad en el discurso —abierto al diálogo pero con condiciones estrictas— sugiere que Rusia busca negociar desde una posición de fuerza, utilizando los avances en el campo de batalla y la dependencia energética europea como palancas de presión.