La iniciativa, liderada por el presidente estadounidense Donald Trump, comenzó con una cumbre bilateral con su homólogo ruso, Vladímir Putin, en Alaska, que concluyó sin acuerdos concretos pero calificada por ambos como “productiva”. Posteriormente, Trump recibió en la Casa Blanca al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien estuvo acompañado por una delegación de alto nivel de líderes europeos, incluyendo los de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Finlandia, la presidenta de la Comisión Europea y el secretario general de la OTAN.
Esta presencia conjunta fue interpretada como un esfuerzo por presentar un “frente unido” y evitar que Ucrania sea presionada a aceptar concesiones territoriales inaceptables. Trump se ha posicionado como un mediador clave, afirmando que “la guerra va a terminar” y que podría organizar una cumbre trilateral.
Sin embargo, su enfoque ha variado, pasando de exigir un alto el fuego inmediato a promover un “acuerdo de paz integral”.
Tanto Moscú como Kiev han mostrado disposición a dialogar, pero con condiciones.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, declaró que “Putin está listo para reunirse con Zelensky cuando la agenda esté lista para una cumbre, y esta agenda no está lista en absoluto”.
Por su parte, Zelenski ha condicionado un encuentro a la previa definición de garantías de seguridad para su país, esperando que estas se concreten en un plazo de siete a diez días.