El Donbás, que comprende las regiones de Lugansk y Donetsk, sigue siendo el principal frente de batalla y una pieza central en cualquier negociación de paz. La ambición de Rusia de anexionar completamente esta región industrial y de mayoría rusoparlante choca con la defensa de la integridad territorial de Ucrania. Con una extensión de casi 53.000 kilómetros cuadrados y rica en recursos naturales como la hulla, el Donbás ha sido un foco de tensión desde la independencia de Ucrania en 1991. El conflicto armado se inició en 2014 con una sublevación prorrusa que dividió las regiones, y se convirtió en una guerra abierta con la invasión de 2022. Tras el fracaso de su avance sobre Kiev, el Kremlin declaró que el objetivo de su “operación especial” era la “liberación del Donbás”. En septiembre de 2022, Rusia organizó referendos de anexión, cuyos resultados fueron rechazados por la comunidad internacional, que sigue considerando el Donbás como territorio ucraniano.
Militarmente, la región es un frente activo.
Aunque Rusia controla casi toda Lugansk y una parte importante de Donetsk, Ucrania mantiene bastiones clave como Sloviansk y Kramatorsk. La reciente toma de Chasiv Yar por parte de las fuerzas rusas representa uno de los pocos avances significativos en 2025. En las negociaciones de paz, el estatus del Donbás es un punto no negociable para ambas partes: el presidente Putin busca su anexión total, mientras que el presidente Zelenski insiste en la integridad territorial de su país, lo que convierte a la región en el principal escollo para un acuerdo duradero.
En resumenEl control total del Donbás es un objetivo estratégico para Rusia y un punto irrenunciable para Ucrania, lo que lo convierte en el nudo gordiano del conflicto. Su futuro, ya sea a través de la vía militar o de una negociación sobre su estatus, definirá en gran medida el desenlace de la guerra.