La ciudad de Santa Marta y sus zonas aledañas se encuentran en un estado de máxima alerta ante la confluencia de múltiples fenómenos atmosféricos que amenazan con provocar graves afectaciones. Las autoridades meteorológicas y de gestión del riesgo han emitido advertencias reiteradas sobre la alta probabilidad de crecientes súbitas en los ríos que descienden de la Sierra Nevada, así como inundaciones y deslizamientos de tierra. La situación es el resultado de la interacción de una Onda Tropical que transita sobre el Caribe, la intensificación de la Zona de Convergencia Intertropical y un área de baja presión, según informes de portales especializados como iClima y el Centro Nacional de Huracanes (NHC). El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) ha señalado un riesgo elevado para los ríos Piedras, Manzanares, Minca, Guachaca, Mendiguaca y Buritaca, entre otros. La preocupación se ha materializado en la declaración de una Alerta Naranja por parte de la Oficina para la Gestión del Riesgo y el Cambio Climático (Ogricc), específicamente por el incremento del caudal del río Minca, que representa un peligro directo para las comunidades ribereñas. Las advertencias no se limitan a la zona rural; también se prevé un impacto en el área urbana por el posible desbordamiento de afluentes como la quebrada Tigrera.
Ante este panorama, los organismos de socorro han instado a la ciudadanía a evitar actividades recreativas en los ríos, no intentar cruzar caudales crecidos, mantenerse informados a través de canales oficiales y reportar cualquier emergencia. El riesgo se ve agravado por la posibilidad de deslizamientos de tierra en zonas de ladera de Santa Marta y Ciénaga, debido a la saturación de los suelos por las lluvias recientes.
En resumenLa confluencia de varios fenómenos climáticos ha puesto a Santa Marta en una situación de alta vulnerabilidad. Las alertas emitidas por entidades como el IDEAM y la Ogricc subrayan la urgencia de que tanto las autoridades como la ciudadanía tomen medidas preventivas para mitigar el impacto de posibles inundaciones y deslizamientos, protegiendo así la vida y los bienes de los habitantes de las zonas urbanas y rurales.