Sin embargo, otra faceta del programa ha generado controversia.

Dentro de la estrategia se contempla el uso de "urbanismo táctico y arquitectura hostil" para recuperar zonas que presentan problemáticas sociales complejas. Específicamente, se busca intervenir parques, puentes y áreas aledañas a establecimientos comerciales donde es común la presencia de habitantes de calle y el consumo de sustancias psicoactivas. Esta aproximación, si bien busca mejorar la seguridad y la percepción de estos lugares, plantea interrogantes sobre el desplazamiento de poblaciones vulnerables y la criminalización de la pobreza, en lugar de abordar las causas estructurales de estas problemáticas. El debate se centra en si el programa logrará un equilibrio entre la recuperación estética y ambiental del espacio público y el respeto a los derechos humanos de las personas que habitan en él.