Un atentado terrorista sacudió a Medellín la noche del 10 de septiembre, cuando una torre de energía en el sector de Loreto fue derribada con explosivos. El hecho, atribuido a disidencias de las FARC, generó una contundente respuesta de las autoridades locales y departamentales, que anunciaron un refuerzo en la seguridad y una millonaria recompensa. El ataque ocurrió cerca de las 8:00 p.m. en el sector de La Asomadera, entre la Loma del Indio y la avenida Las Palmas, donde las detonaciones derribaron una torre de alta tensión de Empresas Públicas de Medellín (EPM). Aunque la infraestructura colapsó, EPM informó que no se presentaron interrupciones en el servicio eléctrico para la ciudadanía. En el lugar fue hallada una bandera alusiva al frente 36 de las disidencias de las FARC, lo que de inmediato orientó la investigación. Tanto el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, como el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, calificaron el suceso como una retaliación directa por un operativo de la Policía Nacional en Campamento, Antioquia, en el que horas antes fueron abatidos cuatro miembros de dicha estructura, incluyendo a alias ‘Guillermino’, señalado de participar en el asesinato de 13 policías en Amalfi en agosto. La respuesta institucional fue inmediata: se convocó un consejo de seguridad extraordinario y se anunció el despliegue de 100 hombres de las Fuerzas Especiales Urbanas del Ejército para reforzar la seguridad en la ciudad. Además, el alcalde Gutiérrez anunció una recompensa de hasta 200 millones de pesos por información que conduzca a la captura de los responsables materiales e intelectuales.
“A todos los terroristas les vamos a seguir poniendo precio.
Caen porque caen”, sentenció el mandatario.
La situación se tornó más tensa cuando los equipos antiexplosivos confirmaron la existencia de al menos cinco cargas explosivas en la zona, de las cuales tres fueron desactivadas de manera controlada, evidenciando un plan más amplio para afectar la infraestructura crítica de la ciudad.
En resumenEl atentado en Loreto, atribuido al frente 36 de las disidencias como represalia, no solo causó daños materiales sino que reavivó la preocupación por el terrorismo urbano en Medellín. La rápida y coordinada respuesta de la Alcaldía y la Gobernación, con refuerzos militares y recompensas, subraya la gravedad de la amenaza y la determinación de las autoridades para combatirla.