para taxis, rotando los dígitos restringidos periódicamente.

Más allá de su impacto en la movilidad, el pico y placa cumple un papel clave en la gestión ambiental.

En los últimos años, Medellín ha enfrentado múltiples alertas por mala calidad del aire, especialmente durante los periodos de transición climática.

Al limitar la cantidad de vehículos en circulación, se reduce la emisión de material particulado y gases contaminantes, contribuyendo a la salud pública. La restricción, aunque a veces impopular, se ha consolidado como una política necesaria para mitigar la presión sobre la infraestructura urbana y enfrentar las consecuencias de un desarrollo vehicular acelerado.