Desde esa posición, identificaban a las víctimas y estudiaban sus rutinas.

Posteriormente, aprovechando la ausencia de los residentes, ingresaban a las viviendas utilizando vehículos de alta gama para no levantar sospechas.

Para acceder a los inmuebles, violaban cerraduras y manipulaban el fluido eléctrico, lo que les permitía cometer los hurtos sin ejercer violencia directa.

Los robos se concentraron en barrios como El Poblado en Medellín, y en los municipios de Envigado, Sabaneta y Guarne, donde se apoderaban de tecnología, dinero y joyas.

Las autoridades revelaron que la banda tenía planes de expandir sus operaciones a la ciudad de Cali. Los capturados fueron puestos a disposición de la justicia para responder por los delitos de concierto para delinquir y hurto agravado.