Hace dos décadas, la vida en la Comuna 13 estaba definida por las "fronteras invisibles" impuestas por grupos armados y por operaciones militares de gran escala como la Operación Orión en 2002, que dejaron profundas cicatrices de violencia, muertes y desapariciones forzadas.
Hoy, ese pasado contrasta con un presente vibrante, donde iniciativas comunitarias como Casa Kolacho lideran 'grafitours' que atraen a cientos de visitantes semanalmente.
Jonathan Stiven Arroyo, guía conocido como 'Tatam', resume el cambio: "Pasamos de ser el lugar más inseguro de Medellín al que nadie se pierde visitar".
Sin embargo, esta transformación no está exenta de debate.
Algunos visitantes que conocieron el lugar antes de su auge lamentan que la memoria histórica esté siendo opacada por una creciente comercialización. A esta tensión se suma la herida abierta de La Escombrera, un terreno donde se presume que yacen los cuerpos de decenas de desaparecidos, un recordatorio silencioso de que la paz completa aún requiere verdad y justicia. La Comuna 13 es, por tanto, un espacio complejo donde la celebración del presente y el emprendimiento conviven con la necesidad de no olvidar un pasado doloroso.